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domingo, 11 de diciembre de 2011

La burbuja opaca que oculta en su interior la verdad.

Soldados que van a la guerra por defender sus honores, honores de la madre patria, hasta la muerte porque es por ella el motivo de la lucha, imponer la fuerza y el poder de quien conquista la victoria y alzar el brazo en señal  de aquel que marca la diferencia entre haber agonizado hasta el último suspiro y el que goza de cada bocanada de aire con ego de supremacía.

Libres andan entre trincheras, con la mirada en el horizonte sin fijarse en nada y en todo, deseando llegar a casa y pensar que han ganado una nueva situación bélica y que esta les ha nutrido de ser imbatibles una vez mas.

Oscuras las noches que pasarán, cada vez que un simple sonido estremezca en las horas oscuras. Del sueño resurgirá el sentimiento de no haber cesado la guerra, de  nuevo vuelta atrás, donde los bombardeos no dejan de sonar, y esto se convierte en una pesadilla que cuesta de evadir en la inconsciencia, algo dificil de superar.

Por fin es de día, los rayos de sol cruzan la ventana, la calidez del alba se aprecia en la hora de un nuevo despertar. Aire fresco, respirar y vuelta a empezar. Dejaron las armas a un lado, caminan libres, sin enemigos, están en tierra no hostil, en casa, que bien suena , no hay enemigos a los que combatir, ahora el silencio no es un enemigo abatido, es el tiempo de desconectar y dejar de pensar.

Se terminó, de nuevo como tantas veces, otra guerra que combatir. Vestirse de uniforme, cargar con la mente de supervivencia, sin preguntarse el por qué, tomar la razón de que solo hay que disparar y salvar el culo para no caer para siempre y ver que la vida transcurre en milésimas de segundos antes de cerrar la sofocante sensación de que se termina y que esta fue la última oportunidad, el cuerpo yace inmóvil, la mirada intacta y el torso sin movimiento aparente, ya no habrán mas pesadillas que soportar.

Estos soldados de los que hablo no llevan armas de fogueo, tampoco armamento de metal, no viajan conglomerados en un tanque, ni comen en campamentos, no se han alistado en el ejercito, ni conservan una disciplina de escuela militar.

 Estos soldados de los que hablo son transeúntes de su propia vida, transeúntes de sus propias emociones, que hacen de su vida una guerra. Guerra llena de una multitud de posibilidades, opciones y que toman a estas como sus armas para luchar.

Salen al campo de batalla sin conocer el uso que tienen dichas posibilidades, opciones, no conocen sus instrucciones, pero conocen que tienen una bala en la recamara. Disparan contra las otras a vista ciega , que hoy consideran enemigas porque no les sirven, y que mañana puede que lloren su perdida, por no entender a tiempo vencido, que el enemigo no esta fuera, sino dentro de su propio terreno, en sus propias trincheras, delimitadas por una ceguera continua, no provocada por el polvo levantado en medio del campo de batalla como en un conflicto bélico real, sino porque son sus ansias a no concentrarse en cerrar los ojos, respirar, escuchar los bombardeos que se encuentran el la cúpula del pensar y sacar conclusiones estratégicas de que aquello que se sueña se puede alcanzar con disciplina y paciencia.

Pero de nuevo se desvanece la fuerza de la verdad, del encuentro a la realidad, porque estos soldados saben que cuenta con una bala en la recamara, que lo ocurrido solo fue una pesadilla, y que mañana habrá un nuevo día al que aspirar a una nueva batalla sin sentido por la que pelear.

Me pregunto cuantos de estos soldados me rodean en la guerra a la cual no quiero servir. Me cuestiono cuantos son los conflictos que carecen de motivo encerrados en la antes nombrada cúpula del pensar de algunos de aquellos que me rodea en un campo de batalla del cuan nunca me quise alistar, que en sus guerras me habrán metido. Donde mis armas no son de las posibilidades y opciones,carga que disparar a ciegas sino objetivos reflexionados a los que combato en alcanzar y que no tienen limite porque de mi estilo de vida , las balas de la recamara son experiencia de aquella batallas no volveré a cruzar.

PD: Al igual que la mucha información, es desinformación. No hacer de las posibilidades y opciones un camino conexionado, por algo, que primero se ha de soñar , sentir, disfrutar , sufrir  y  luchar conscientemente, se convierte en embarcar un viaje de naufrago, esperando encontrar la isla de la perdición, en toda superficie sin  conocer el mapa del tesoro y lleno de conflictos emocionales difíciles de superar.