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jueves, 21 de abril de 2011

Inocente o culpable

Apenas estoy rozando mis tres décadas, y tengo la suerte de poder aventurarme en la dificultad de querer lograr el modo de empatizar al máximo. Considerarme inocente o culpable de ello es un dilema con doble filo que en muchas ocasiones me genera un entretenimiento arduo de desestimar, entretenimiento que en instantes resulta divertido y en otros algo difícil de digerir.

Palabras son eso palabras, una composición fonética que pretende dar significado a algo, pero bajo mi punto de vista y desde mi propia experiencia, carecen de un elevado porcentaje de fiabilidad cuando estas se emplean en la gran mayoría de la comunicación entre personas. No es ninguna locura afirmar mi reflexión, ya se dijo algún día aquella frase de "las palabras se las lleva el viento"; así es muchas veces carecen de tanto peso, se convierten tan livianas que un soplido podría transportarlas hasta desaparecer.

Pero ¿que es lo que da peso a las palabras o las aligera?¿que nos lleva a comunicar de un modo u otro?, mejor dicho ¿que deseamos realmente transmitir u ocultar con nuestras palabras? y ¿porque?

Hay algo que no podemos evitar y es la dualidad entre nuestro cuerpo y mente, esta dualidad se ve conexionada de un modo cercano u distante, en función de la intención de la comunicación.

 La mente es la propulsora de generar aquellos razonamientos que tenemos, las emociones son las que lo generan, los intereses los modelan, pero son las palabras las que tomamos como resultado concluyente para realizar la comunicación de estos entre uno o varios individuos tras todo ese proceso.

El cuerpo comunica, constantemente comunicamos hacia el exterior e inclusive hacia el interior, de hecho me arriesgo a decir que es la mas fiable de las comunicaciones, la que determina el valor de las palabras, la que hace que el significado de las palabras carezcan o no de peso.

La dualidad de ambas me ha generado un gran interés, es algo que se ha convertido como una drogadicción, y de la cual me está poniendo en estado de juicio constantemente al poder observar  los resultados del proceso de empatización con todos aquellos que me rodean y conmigo mismo.

Tras reflexionar en varios instantes de mi vida, puedo afirmar que lo mas difícil no ha sido conocerme intrínsecamente, sino lograr la conexión y el motivo que me ha llevado a conocer al resto,de como el resto a creado u eliminado ese nexo conmigo, y como ello atrae hacia mi controversias que tal vez jamás habría imaginado hasta ese instante de tiempo.

Entonces ¿Soy culpable o inocente de querer descubrir cuan pesan las palabras con el principio de la dualidad?.  Meditar al final del día, me posiciona en ambas condiciones, en distintas situaciones, y la verdad todos vivimos, pero ¿de que modo? ¿culpable o inocente?.

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