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jueves, 7 de abril de 2011

Un recuerdo inolvidable

Era enero, me encontraba en Nueva York, exactamente en Grand Central Terminal con mi amiga Angela, acabamos de bajar del metro y ambos nos disponíamos a salir de la estación para continuar el paseo, pero antes decidimos cargar nuestros móviles, y yo conocía un sitio donde hacerlo. Justo en una de las columnas de la planta baja cerca de las cafeterías habían tomas de corriente, así que decidimos pasar un tiempo hablando mientras nuestro inseparables se alimentaban. Angela y yo observábamos a un hombre de unos 60 años aproximadamente que estaba justo a la derecha de donde yo permanecía sentado; este balanceaba su cuerpo en un síntoma de nerviosismo; ella mas avispada que yo observó que agarrado fuertemente a un bolso de mujer no cesaba su mirada perdida, y yo pude observar como sus ojos transmitían nostalgia, empapados de lagrimas contenidas . No fue muy difícil deducir que posiblemente hubiese perdido a su ser querido, posiblemente el que le acompañase a lo largo de su vida, hasta aquellos que él vivía. No puedo negar que el hombre me conmovió, recogimos nuestras cosas y fue casi sin pensarlo cuando decidí escribirle una nota con un mensaje claro y conciso, Angela en alusión de su contagio decidió escribirle junto a mi nota otras palabras; doble la nota por la mitad y tocándole el brazo con intención de llamar su atención, se la entregué, el hombre automáticamente me respondió con un gracias, jamas olvidaré aquella mirada tan intensa. No puede evitar mirar hacia atrás donde se encontraba aquel hombre, mientras subía los peldaños de la escalera, (por un momento sentí ganas de abrazarlo como a un abuelo), logré ver como leía la nota detenidamente y como se la guardó y su balanceo se detuvo, en ese instante me hizo sentir muy feliz y al vez nostálgico, porque el hecho que guardase aquella nota, fue la respuesta lograda que Angela y yo le quisimos transmitir.

Toda pequeña acción que podamos hacer puede tener un efecto muy grande sobre los demás. Y no es el placer de recibir, sino el de aportar, el que muchas veces por ser desconocidos ajenos a nuestra vida, nos sentimos extraños a tratar. Vivimos en un mismo mundo, el ser humano vive en sociedad y todavía me resulta extraño que la sociedad se trate como "desconocidos" simplemente por que no forme parte de nuestro entorno familiar o de amistad.

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